La inmunología es una disciplina fundamental para los estudiantes de medicina, ciencias de la vida y biotecnología, que tienen que estudiar como el sistema inmunitario se organiza y funciona para protegernos y defendernos de la enfermedad. Además de su relación con la patología humana son muy relevantes sus aplicaciones diagnósticas, terapéuticas y tecnológicas.
Cuando abordamos el estudio de la inmunología nos enfrentamos a seis grandes dificultades:
- La gran complejidad del sistema inmunitario se debe a la inherente variabilidad del mundo microbiano del que nos tiene que proteger. No es lo mismo combatir parásitos intracelulares como los virus que bacterias o que eucariotas mono y pluricelulares.
- El sistema inmunitario es una compleja red celular y molecular integrada y por ello para su correcta función unos dependen de la acción coordinada de otros. Por ello, el sistema inmunitario no actúa como otros conjuntos de órganos y tejidos del organismo.
- Es un sistema que es capaz de aprender de su propia experiencia y adaptarse de forma que dos reacciones ante un mismo estímulo no sean iguales. Por ello, sobre sus mecanismos no hay verdades absolutas pues continuamente descubrimos excepciones que confirman las reglas.
- El sistema inmunitario está implicado por defecto o por exceso de función en un gran número de enfermedades y ello conlleva un gran esfuerzo biomédico en conocer los procesos fisiopatológicos y en encontrar biomarcadores que ayuden tanto a comprender como a pronosticar el curso de una enfermedad o predecir la respuesta a un tratamiento. Así mismo, las terapias inmunológicas están revolucionado el tratamiento de muchas enfermedades lo que redunda en agrandar el conocimiento del sistema inmunitario.
- Los retos a los que nos enfrentamos día a día ponen de manifiesto que aunque el conocimiento que tenemos del sistema inmunitario es muy elevado, aún nos queda mucho por conocer y descubrir para tratar y prevenir mejor las enfermedades infecciosas o el cáncer.
- Hasta hace poco tiempo hemos no veíamos a la microbiota de nuestros epitelios como un componente de nosotros mismos. Existe una relación muy íntima entre el ser humano y los protistas que conviven con él en un equilibrio cuantitativo y cualitativo que condiciona nuestra salud. El sistema inmunitario no solo tiene que tolerarlo sino que aprende y madura gracias a ellos. Hemos asumido la idea de que somos holobiontes donde miles de especies no solo nos beneficiamos las unas de las otras, sino que nos necesitamos.
Las primeras evidencias contrastadas de que había algún componente en nuestro organismo que podía protegernos o combatir las enfermedades infecciosas, vinieron de mano de la vacunación contra la viruela por Jenner en 1796. Solo eran observaciones previas pues, el desconocimiento del sistema inmunitario y de los microorganismos era absoluto. Tuvieron que pasar casi 100 años para que en 1881 Pasteur demostrara que se podían atenuar las bacterias que provocan el carbunco (Bacillus anthracis) mediante el calor y usarlas de forma segura para vacunar a ovejas. En 1885 ya hizo las primeras vacunaciones en humanos, en este caso contra el virus de la rabia. El nacimiento de la vacunación está acompañado de hechos y circunstancias muy afortunadas o serendipias que permitieron que despegara:
- Ninguna agencia reguladora de medicamentos hubiera autorizado a Jenner a realizar su ensayo clínico inoculando pústulas de animales enfermos en humanos sanos.
- Sin saberlo, Jenner inoculaba el virus que provoca viruela a las vacas (Cowpox virus), que es distinto de que produce la viruela en personas (Variola virus). Afortunadamente, como pertenecen al mismo género de virus había reactividad cruzada y el virus de las vacas protegía frente al virus humano.
- Pasteur inactivó el virus de la rabia cuando los virus aún no se habían descubierto. No sería hasta 1892, cuando Ivanovsky encontró que había microorganismos más pequeños que las bacterias y que producían enfermedades en las plantas. En 1901 Reed y Carroll encontraron el primer virus que afectaba a persona, el de la fiebre amarilla.
Así pues, la inmunología es una ciencia relativamente nueva pues podríamos pensar que los primeros descubrimientos de la naturaleza del sistema inmunitario, a finales del siglo XIX, vienen de las observaciones de Metchnikoff de la fagocitosis o de las propiedades de los antisueros por Behring y Kitasato. Durante 100 años la inmunología siguió avanzando, principalmente en el laboratorio y fuimos conociendo los fundamentos del reconocimiento antigénico, del reconocimiento de lo propio y de las bases moleculares y genéticas de sus componentes. En la década de los 80 la inmunología dejó de ser una ciencia más bien básica y realizada principalmente en modelos animales en ratón a convertirse también en una ciencia sanitaria. Y más últimamente debido a su relevancia en las patología que más matan en el mundo, enfermedades infecciosas, cáncer y cardiovasculares se ha convertido en una disciplina llena de aplicaciones tanto clínicas como traslacionales, terapéuticas, diagnósticas y tecnológicas.
La inmunología apasiona a los inmunólogos y esperemos te apasione a ti también y disfrutes de los contenidos de este blog.
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